viernes, 17 de octubre de 2014

Memorias de un ascensor.

Hola, me llamo Robyn, tengo 27 años y estoy encerrada en un ascensor. Las circunstancias por las que creo he llegado a esta situación te las narro en las siguientes líneas.
Hoy ha sido un día normal, me he levantado a las 6:30 am, me he preparado y he ido a trabajar, vivo en el piso once del gran edifico ''Pala'' conocido en toda la ciudad como el edificio más grande, con casi treinta y siete pisos, y digo casi porque el último no está terminado y por lo tanto no es habitable, pero los treinta y seis restantes son tan normales como una manzana.
Para bajar al portal es obvio que utilice el ascensor, siempre voy con la hora justa y bajar tantas escaleras es algo que ni me planteo.
Cuando llego al portal siempre saludo al portero, el señor Derek, la persona mas elegante que conozco, siempre con traje y corbata.
-Buenos días señor Derek, a lo que él me responde..."-Buenos días señorita. No olvide sonreir para completar este magnífico día. 
Yo le sonrío y salgo del edificio. Cruzo tres manzanas hasta que llego a la boca del metro. Como cada mañana, una chica bastante mona toca un violín y yo recompenso su gran talento con una injusta y pequeña propina. Bajo las escaleras, introduzco el billete y en el mismo instante que emite un pitido paso al otro lado de la puerta. Llego al anden y me siento en un banco. Allí me coloco los cascos y dejo que la música seduzca lentamente mis oidos. Miro a mi alrededor, comprobando que siempre encuentro a las mismas personas: el grupo de chicas que se dirigen hacia el colegio, la señora que  siempre grita a su teléfono, el hombre que viste traje negro y corbata roja, el grupo de deportistas y el señor del sombrero y el abrigo marrón. Y justo cuando miro al frente para sumergirme de nuevo en la melodía, me sorprende una cara nueva. 
Esa mañana se encontraba frente a mi un chico. Seguramente podría decirse que era un chico normal pero a mi me había llamado la atención algo. Aun no había descubierto el qué cuando él miró hacia mi y al comprobar que me encontraba mirándole fijamente, levantó la mano. Mis mejillas se enrojecieron en 3 segundos e instintivamente agaché la cabeza. ¿Qué era lo que me pasaba? Era una persona a la que no conocía y me había llamado demasiado la atención. Veía en él algo diferente y en las horas posteriores no logré que saliera de mi cabeza. Solo deseaba que al día siguiente se encontrara en el mismo lugar y a la misma hora...

¿Te atreves a seguir esta historia? Pues visita esta pagina y entérate de como.

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